sábado, 26 de abril de 2008

Crónica de Marcopolillo

Debido a unas pequeñas dificultades a la hora de postearla, así lo hago yo, en nombre de la insigne maratoniana Marcopolillo. Pedazo de crónica sres.

CRÓNICA DE MI PRIMER MARATÓN. LONDRES 2008

Me siento a escribir esta crónica una semana después de correr en Londres, con impaciencia porque tengo la impresión de que cada día que pasa va desdibujando sensaciones, y me gustaría ser capaz de retenerlas todas.
Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas desde aquella Media Maratón de Madrid de 2004, en la que Guillermo y yo fuimos a animar por primera vez a Ignacio, Alfonso y a Luís, pancarta en ristre (¡¡¡¡ANIMO PAPAS!!!!, decía) y cargados de botellas de agua y plátanos (creo que llevaba para un regimiento…). Por entonces yo ni siquiera tenía zapatillas de correr.
Desde entonces, le he animado en muchas carreras. A él y a quienes, gracias a esta locura tardía por hacer kms, se han convertido en una parte constante de nuestra vida: los runners. En todas ellas sentía una sana envidia por la satisfacción que se palpaba al acabar, cumplieran o no sus expectativas.

No sé cuando me atreví a pensar por primera vez que algún día yo sería capaz de acabar un maratón, pero en Nueva York Alfonso me retó a fijar 2008 como objetivo y celebrar mis cuarenta años como hicieron ellos, y cogí el guante. Por entonces ya tenía zapatillas, pero tardaba una hora en recorrer los 7 km de la carrera de la Amistad!!
Durante los dos años siguientes he disfrutado del orgullo gratuito que, al menos a mí, me daba el simple hecho de tener ese objetivo. Empecé a correr con cierta regularidad (aunque la regularidad no ha sido nunca mi fuerte): Un par de días entre semana, media hora en el Retiro, con Nacho (mi socio y probablemente el más sufridor en esta aventura) y a veces con casi toda la familia Barrutia (Cris y Paula).
Los sábados en Valdelatas: Ignacio y los runners delante, yo asfixiada detrás, obligándoles a ir y venir constantemente por miedo a que me perdiera.
Con ese bagaje, me fui atreviendo con carreras cada vez un poco más exigentes, la Carrera de la Mujer, los 10 Km de San Antonio, San Silvestre, 14 Km en la Universitaria, la ½ de Madrid, la 1/2 de Ámsterdam…

Pero llegó 2008 y se acabaron las bromas. Com y Cami se encargan de darme el aviso final: o me pongo en serio de una vez o no seré capaz.
El 10 de enero me apunto en la Escuela del Corredor y Eli me pasa el primer plan de entrenamiento. La disciplina, el orden y la mesura, no han sido nunca mi fuerte, pero el Maratón me impone demasiado y empiezo a cumplir a rajatabla sus indicaciones:
Cuatro días de entrenamiento a la semana. Tres de ellos entre semana, viendo amanecer sola en el Retiro. Algunas veces aparece Nacho por sorpresa. He aprendido a disfrutar también del silencio, pero se agradece mucho la compañía. Las tiradas de fin de semana siguen siendo en Valdelatas: Ignacio, Alfonso, Mate, Cepeda, Pablito e Inma. Me encanta este plan!!!
Cada semana el entrenamiento se hace más exigente. Unido a una vida de por sí bastante desquiciante parece un disparate. Nacho me sufre pacientemente en el estudio. Los días de entreno cada vez me siento más tarde a trabajar. Estoy más cansada y descentrada. Creo que le desespera, pero aguanta con paciencia y mucho respeto. Se lo agradezco mucho.
De todas formas, lo llevo mucho mejor de lo que esperaba. Los runners de Valdelatas siempre hablan de que lo mejor de los maratones son los meses de preparación. Y sí, los estoy disfrutando.
Ignacio está muy sorprendido. Creo que no confiaba en tanta fuerza de voluntad y la verdad es que yo tampoco. Durante las últimas semanas me acompaña en todas las carreras. Es un gusto que esté ahí.
Corró la 1/2 de Getafe, los 15 km de Tres Cantos, llegan las tiradas realmente largas en la casa de Campo con Pili, Mayte y Cesar, la ½ de Fuenlabrada, la Clásica de Navafría…. Y ahora sí, estoy agotada….
A dos semanas del Maratón mi cuerpo me avisa de que estoy llegando al límite. Ignacio y los veteranos me tranquilizan. Lo importante es haber llegado hasta aquí sin lesiones. Ahora todo el trabajo está hecho y solo queda descansar.

Durante esas dos últimas semanas, aunque sorprendentemente tranquila, empiezan a asaltarme las dudas que supongo han estado ahí desde el principio, pero ahora ya no tienen vergüenza. A pesar de haber visto llegar ya muchas veces a Ignacio y a nuestros amigos, tengo la sensación de que un maratón es muy distinto en una mujer. Me da miedo no tener el amor propio, ni la capacidad de sufrimiento suficiente para no parar.
Los últimos días empiezo a sentir las famosas mariposas. Leer las sensaciones de los que se estrenan en Paris una semana antes que yo (Pili, Mayte, Cesar, Pochola..) hace que se me salten las primeras lágrimas. También llegan repentinos tirones de última hora. Pánico premaratón.

Ahí vamos. Viernes 11 de abril, 5 de la mañana, aeropuerto rumbo a Londres. Sueño y miedo. Se echa mucho de menos a todos los que se quedan!!!!
El viernes y el sábado pasan rápido. Escucho todos los consejos que me dan y procuro almacenar los que creo me serán más útiles: “corre todo lo despacio que puedas, márcate un ritmo constante, no esperes a tener sed para beber agua, olvídate del tiempo, disfruta de la gente, no te confíes hasta la meta… “
Recibo un montón de mensajes de ánimo en el móvil. Que gusto notar tanto envío de energía y como se os echa de menos!!!
El sábado me acuesto cansada y rezando para dormir bien. Antes me despido de Guille e Ignacio (ya no los veré hasta la milla 9) y preparo la ropa en una silla. Me siento como un torero.
A las 5 me despierta la alarma. He dormido de un tirón. Empezamos bien. Me visto y desayuno, pero las tostadas de cien mil cereales que tenía preparadas se me hacen bola y decido olvidarme del plátano. Bebo agua una y otra vez, estiro, hago abdominales y cumplo con cada uno de los ritos que los veteranos me han aconsejado. A las 6 llega el taxi que había reservado para ir hasta el hotel donde me esperan Alfonso, Luís , Nacho, Ángel y el resto de maratonianos que viajan con Marathinez.
En mi línea habitual, he olvidado la dirección y el nombre del hotel, pero después de algunas indicaciones de lo más peregrinas y de muchas risas, el taxista (un tipo encantador) consigue llegar a nuestro destino.
Ultimas fotos a la puerta del hotel. Susana y Patricia nos despiden al pie del autobús. Chistes de última hora y ahora sí, muchos nervios. En el trayecto del hotel a la salida mi pulsómetro sube 20 pulsaciones. Ahora me siento como un gladiador yendo hacia el circo.
Llegamos a la zona de salida en Greenwich. Aún faltan más de dos horas para que empiece la carrera. Hace mucho frío. Vagamos por el parque haciendo fotos a Luís con todo tipo de personajes: Robin y Batman, Sijs, hombres globo, un tipo sin piernas…Me encuentro con otra española con la que corrí la ½ de Ámsterdam. Este es ya su tercer maratón desde entonces!!
Voy al baño un millón de veces. Me quito y me pongo el forro otras tantas. Es como un parto: quiero salir ya y a la vez no quiero que llegue nunca el momento…

Pero llega.
Dejamos las bolsas con la ropa en los camiones. Luís Hita nos acompaña hacia los cajones. Los chicos se quedan en el cajón nº2. Despedirme de ellos trae el primer nudo en la garganta. Alfonso, Luís, Nacho y Ángel me abrazan fuerte. Mucha suerte!!!! y ahora sí, me quedo sola. Me meto en el cajón nº4. Hay un silencio nervioso. La gente mueve los pies en el sitio mientras toquetea el pulsómetro. Cada vez nos apretamos más. Me salgo hacia fuera para evitar la claustrofobia y sin darme casi cuenta, empiezo a rezar un Padre nuestro. Tengo que llegar y quiero llegar sonriendo.
9:45. Los primeros salen con puntualidad británica. Yo atravieso el arco de salida un minuto y medio más tarde. Estoy feliz.
Luis Hita me ha colado en el cajón de entre 3.30 y 4.00, así que me concentro para no embalarme con los demás. Me repito una y otra vez el consejo de Juan, (nuestra adquisición durante el vuelo desde Madrid, que resultó ser el marido de Nuria Roca): “sal todo lo despacio que puedas, que esto es muuuuuy largo…”
Hay muchísima gente. Las tres primeras millas pasan sin que me entere. Voy como flotando. A partir de ahora habrá agua cada milla. Me acuerdo de Ignacio y su preocupación con eso y decido fijar que cogeré botella cada dos millas.
Sale el sol y empiezo a pensar que probablemente me va a sobrar la camiseta de manga larga (Ingenua…). Me la quitaré un poco más adelante para dársela a Guille en la milla 9.
Me adelanta muchísima gente. Yo sigo concentrándome en no subir de 140 pulsaciones. Voy mirando las caras de los que gritan desde la acera: esto es una maravilla!!!
Alguien se pone a mi lado y me pregunta que tal voy: son dos chicos de Barcelona. Intercambiamos deseos de suerte y siguen para adelante. Ahora soy yo la que me acerco a un tipo con la bandera de España por bandana en la cabeza. También es su primer maratón.
Me sorprende notar que apenas hay banderas como otras veces. Ni en el público ni en los corredores. Hay sin embargo mucha gente corriendo por una causa: neurofibromatosis, macmillian cancer, evelina´s children… cada grupo tiene su camiseta y sus grupos de animadores que se concentran en diferentes pubs a lo largo del camino. Me acuerdo de los niños de AFANIC y decido imaginarme que también están allí.
Voy muy bien, el pulso no sube y las millas van cayendo fácilmente, pero recuerdo los consejos: “no te confíes, esto es muy largo…”
Sin darme cuenta estoy llegando a la milla 9. Allí me esperan Miriam, Susana, Patricia Carmen y Guillermo. Ignacio no había decidido si estaría con ellas o en la milla 12.
Justo al dar la curva que lleva a la milla 9 veo las banderas españolas y antes de que pueda ver sus caras oigo a Ignacio gritar ¡¡¡¡¡Adela!!!!!! Corro hacia él, está ya dentro de la valla, listo para venir conmigo. Veo a Guille que me mira con unos ojos enormes y corro a abrazarle. ¡¡¡Qué suerte poder tenerle aquí!!!! Otra vez el nudo en la garganta y las lágrimas que asoman. ¡¡¡Gracias chicas!!!
Ignacio me coge de la mano y seguimos adelante. Le han dejado un dorsal y un chip a última hora y podrá acompañarme hasta la meta. Le cuento que voy muy bien. Sigo con pulsaciones entre 140 y 145. Me trae un plátano enorme, pero aún no siento hambre. Tengo la absurda impresión de que correr en millas es más fácil!!!
Empieza a llover. Suave al principio, pero jarrea e incluso graniza un poco después. Se empiezan a hacer charcos que hay que tratar de esquivar. Y también empieza el dolor de cadera…
Este dolor no lo conocía. Pienso que si no se lo digo a Ignacio y me concentro en otra cosa desaparecerá. Pero pasan 2 millas más y sigue ahí, así que se lo digo. Ignacio me dice que no me preocupe, que me van a doler muchas cosas, pero que no me harán parar. Creo que tiene razón, pero bajo un poco el ritmo por si acaso.
Repaso mentalmente todos los mensajes que he recibido estos días y también cada día de entrenamiento. Vuelvo a rezar. Pienso en los niños, en mis abuelos y en la gente a la que quiero, que me está viendo aunque ya no esté aquí. Me vuelvo a llenar de fuerza. Está dejando de llover.
Llegamos al puente de la Torre de Londres. Hay muchísima gente. Ignacio se adelanta unos pasos y empieza a mover los brazos pidiendo a la gente que anime más aún y se oye casi un rugido!!!! Otra vez se me escapan las lágrimas. No paro de sonreír. Estoy feliz!!
Al llegar a la media nos cruzamos con los que vuelven ya por la milla 22. Parece que vuelan. Nos acercamos al lado izquierdo por si vemos pasar a nuestros chicos, pero es demasiado pronto. Vemos pasar al que terminó siendo el primer español que, igual que nosotros, lleva la camiseta de la selección. Adelantamos a un grupo de masais con sus lanzas, calzados con un trozo de cuero y cuerdas, el hombre plátano, una pareja vestida con lencería, un tipo con muletas y una sartén dando vueltas a una tortilla…La acera constantemente llena de gente. ¡¡Esto es increíble!!! Doy un mordisco al plátano, pero sigo sin sentir hambre.
Las millas siguen cayendo. Ignacio me anima constantemente y me consigue agua o Lucozade cada 2 millas. Entramos en Canary Wharf. Llevamos los pies empapados. Mi cadera me sigue doliendo. Mucho, pero no más. De alguna forma tengo la sensación de que no va a poder conmigo. Llegamos a la 19, donde las chicas habrán visto por segunda vez a los demás, pero sé que no pueden esperarme o se perderán el 3ª punto. Aún así, nos pegamos a la izquierda y busco instintivamente una bandera. Y ahí está. Nos acercamos para recibir el ánimo de algún compatriota, pero son Guillermo y Rafa que acaba de aterrizar en Londres justo a tiempo para seguirnos. Me alegra tanto verlos!!!!!!! Mil gracias!!!!!!!
Ignacio sigue animándome: Vas muy bien. Sólo cuatro millas más. La última no cuenta…Y siguen cayendo. Comentamos que Alfonso y el resto probablemente ya hayan llegado. ¡¡Ojalá les haya ido bien!!
Seguimos adelante. A partir de ahora empieza el peligro, según dicen. Hace mucho rato que he rebasado el tiempo de mi entrenamiento más largo, pero me siento bien.
Empieza a llover de nuevo. Ahora muy fuerte. Llegamos a Embankment en plena granizada. Doy gracias a Dios por haber seguido el consejo de Ignacio y llevar una gorra o iría dándome en la cara. Ya estamos casi en la milla 25, donde espero ver las banderas de España de nuevo. Busco y busco en cada metro de acera, pero no están. Llueve demasiado para estar esperando.
Giramos enfrente del Parlamento y llegamos al parque. Ya estamos casi ahí y me doy cuenta que ya no hay tiempo para mazo, ni muro. Solo un poco más. Cada vez hay más gente. Al entrar en The Mall empiezan las vallas que impiden que la gente estreche el paso. Veo el cartel de 800m. Ya da igual la cadera. Ignacio deja que le adelante. Ahí lo tienes!!! Quiere dejarme entrar sola. Aprieto un poco. 600m. Ahora sí el nudo de la garganta es enorme y empiezo a llorar. Aprieto más. 400m. Me giro para ver a Ignacio que está justo detrás de mí. Me grita que siga, que está ahí y sigo. 200m. Casi no puedo respirar. Cruzo la meta y me vuelvo para abrazar a Ignacio que empieza a llorar conmigo. Lo he visto antes y sabía que la sensación era increíble, pero sentirlo dentro es otra cosa.

Nos cortan el chip y recogemos la medalla. Nos hacen una foto juntos. Todos nos dan la enhorabuena. Ahora sí siento el frió. Llegamos hasta los camiones de la ropa tan ateridos que no soy capaz de abrigarme sin ayuda. Quiero llegar hasta Guillermo. Andamos tan rápido como podemos, que en mi caso, no es mucho. Empiezo a sentir lo que es correr 42 km.
Hemos quedado en el 3º árbol, pero aquello está lleno de árboles!!! Por fin damos con ellos. Miriam, Patricia, Rafa y Guillermo siguen allí esperando a pesar de la lluvia. Abrazar a Guillermo me hace romper a llorar otra vez. El me mira algo asustado y creo que orgulloso, y ya no me suelta la mano hasta llegar al hotel. ¡¡¡ Sólo por esto hubiera merecido el esfuerzo!!!

Cuando decidí correr un maratón, lo hice por envidia. Sana, pero envídia. Quería sentir lo que veía en la cara de Ignacio, de Alfonso, de Luis, de Nacho, de Cami, Mate, Manolo, Morita, Alejandro, Ander…
Creo que también quería demostrarme que no es cierto que haya cosas que no puedo hacer, solo cosas que no me compensa intentar. Con el tiempo, el reto pasó de querer llegar a querer disfrutar el camino. He disfrutado mucho estos 42 km y todos los que he corrido hasta llegar aquí. He disfrutado de cada consejo, cada mejora, cada ánimo, cada compañía en los entrenamientos…
Si además ha servido para ayudar a alguien….no sé que más puedo pedir.


Maratón de Londres. 13 de abril de 2008
4 horas, 43´, 42´´

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Adela, una vez más mil felicidades para ti, te lo mereces y me alegro un montonazo.
Estoy soltando la lagrimilla en el despacho, recluído tras la pantalla del ordenador.
Mi mujer leyó la crónica es viernes pasado en Lisboa a través de la BlackBerry de Alfonso, y desde ese día parece que empieza a fijarse objetivos que van más allás de los 10 mil metros de la carrera de la mujer.
Enhorabuena.

Cami dijo...

Adela, nos has superado en el maratón y en la crónica.
De verdad has hecho más que nadie en menos tiempo.
además me has hecho reir cuando te he imaginado en el taxi, con los nervios premaraton, perdida por Londres, y sobre todo emocionarme y tener que disimular y dejar de leer para no llorar.
Enhorabuena

Anónimo dijo...

Mil gracias Cami!!! Sabes que tú eres uno de los culpables de haber llegado hasta aquí.

Gracias también Guillermo por la paciencia para leer mi ladrillo. (Si sirve para animar a alguna más sería una maravilla). Y enhorabuena otra vez por vuestro super hazañón!!

Un besote.

ADELA

Jordi Español dijo...

Adela, también me enteré de tu crónica en Lisboa por Carca. Entrañable y emotiva.
Felicidades por el éxito que supone conseguir el objetivo, por haberlo hecho con esa alegría, y gracias por contárnoslo de esta manera.

Un saludo.
Jordi.

Mildolores dijo...

Estoy seguro que entendiste perfectamente aquello que tanto te llamaba la atención en la cara de los amigos cuando acababan de terminar un maratón.
Ahora eres una de los nuestros.
Bienvenida.
Y enhorabuena.
Un besote.