Vaya por delante que no me refiero en este post a correr embarazado -aunque a estas alturas de la temporada pudiera parecer así enfundado en mis ajustadas camisetas-.
Me refiero a ese infernal artefacto inventado para entrenar más la paciencia que ciencia del corredor. Normalmente situado en gimnasios, públicos o privados puede hacer las delicias del maratoniano más acostumbrado a las comodidades (normalmente va acompañada de un buen televisor, y de una temperatura constante, y agradable al empezar el entreno), yo lo utilizo cuando estoy en un hotel y me es imposible salir a conocer la ciudad con las zapatillas bajo mis gemelos.
Dado mi carácter de conocido poco competitivo, el único aliciente que le puedo encontrar a este instrumento es apalizar al de al lado, usualmente un ejecutivo con mala conciencia y unos 20 minutos para rodar apaciblemente en el rodillo.
Toda esta introducción sirva para comentar mi entreno del pasado jueves en Barcelona. Esta semana no había tenido tiempo para calzarme las esparteñas, así que en los 90 minutos que me quedaban entre que llegué a la habitación y la hora a la que me venían a buscar, me baje a hacer los 1000 cuesta arriba y cuesta abajo (con la misma dificultad que analizaba Nacho en otro momento de este blog), precedidos de 25' de calentamiento y en principio otros 15' de cool down.
Pues bien, tenía a mi lado no al típico ejecutivo descrito anteriormente, sino a un tipo con mallas y zapas de corredor, que llevaba unos 40' a 13 por hora. Yo empecé muy suave, a no más de 10, pero antes de que se bajase de la cinta ya estaba sudando a 12 (era el calentamiento). cuando llevaba 21' y el de al lado ya había terminado incluso de estirar, recibí la llamada de mi socio, al cual le dio igual que le dijese que estaba en una cinta de correr, ya que no me soltó hasta que entró en su clase de francés. Cuando colgué di por finalizado mi calentamiento (y por cierto, hacía un calor horroroso, ya que el gimnasio del Melia Barcelona, en obras, es diminuto y esta al lado de la sauna), y me subí en la cinta que había dejado libre el ejecutivo anterior para hacer el 1000 cuesta arriba. Lo puse al 4% y a 15,1km/hora, recordando que Luis me había dicho que había acabado por debajo de 4 con Eli. Me costó un poco, pero acabe el 1000 en menos de 4 yo también. El segundo mil, cuesta abajo, era de imposible cumplimiento en la cinta, al no disponer de porcentajes negativos, por lo que decidí intentar avivar el ritmo y ya está. Puse la cinta a 16,5, y a los 500 metros paré, debido a que el gemelo me avisó de inminente lesión. Maldije la cinta y me fui a la cena...
En resumen, donde esté un buen camino de tierra, o incluso un buen asfalto, que se quite la cinta. Ni de lejos se pueden comparar las experiencias!!!
3 comentarios:
Jo, y yo que te había dicho que había hecho la cuesta arriba de 4' en vez de 1km... la próxima vez digo que hago 1km en llano en 3:15 a ver qué tal
Pues que lo intentaría...
Si ya te conozco, ya...
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