He de reconocer primero que la inspiración de la idea de este post me la dio el que le escribió Juan Rigabert en su blog.
Fran Torralba es mi entrenador (físico, como lo distinguiría el espiritual). Pero no solo es mi entrenador, sino mucho más importante, mi amigo.
Gracias al incombustible Comb, nos lo presentó Rodrigo Gavela hace ya 20 meses. Fran vive en León, nosotros en Madrid, pero desde el principio eso no fue inconveniente. Alucinábamos con sus primeras llamadas telefónicas, con su entusiasmo a lo largo de los muchísimos minutos que nos dedicaba, intentando aprender de nosotros, a la vez que nos daba las primeras instrucciones acerca del método de entrenamiento.
Al cabo de unas semanas subimos a conocerle a León, hicimos el primer entreno con él, y además de aprender una barbaridad desde ese momento hicimos un amigo, de los de verdad. Honesto, leal, directo, sin dobleces. Un poco –bastante- bestia a veces en sus planteamientos, pero rascando un poco coherente y no tan exaltado como podría parecer. Un verdadero maestro vocacional, con mayúsculas. Preocupado más allá del entrenamiento, ese es sin duda uno de los factores del éxito.
Con cuatro ideas en seguida sabía de qué pie cojeábamos cada uno y adecuar el entrenamiento con matices a veces invisibles que nos han hecho progresar a todos.
Competitivo hasta lo enfermizo, es capaz de picarse con paquetes como nosotros y no solo ganarnos incluso en los entrenos, sino meternos todos los minutos posibles en un mil o una tirada larga. Casi invencible –alguien le ganó en un Oregón ☺-. Hospitalario como pocos, siempre está deseando que visitemos su querido León. Y a fe que cuando lo hacemos nos trata a cuerpo de rey, y si no se que lo digan a mi hijo que sueña con “Los Jamones”. Además gracias a sus tres consejos, inició su puesta a punto que le ha llevado a estar muy en forma esta temporada baloncestística.
Punto y aparte merece su mujer, Leti, encantadora y de la que se aprende cada minuto. Un sitio en el cielo tiene ganado con total seguridad, ya que la hiperactividad de Fran no debe ser fácil de acomodar a diario.
Hoy anda preocupado porque ese corazón tan grande que tiene le ha pegado algún sustillo. De tanto trabajarlo se ha atrevido a rebelarse, y está de pruebas. Seguro que en breve vuelve a trabajar al ritmo que Fran le pide.
En breve afrontaremos nuestro tercer maratón bajo su pupilaje. Con independencia del resultado, yo ya he mejorado gracias a su amistad. Y además puede que bata mi marca…